Tras nuestra pésima suerte con el tiempo en el norte de la isla, decidimos olvidarnos del Monte Kinabalu e ir directamente hacia la zona este de Bornea, hacia Sandakan para poder visitar la zona de Sepilok.
Como ese día no habían vuelos de Kudat a Sandakan (sólo salen vuelos dos días a la semana), decidimos volver a las andadas del autobús. Un bus infernal que tardó como casi 9 horas en llegar a Sandakan. Todo un día para recorrer tan sólo 375 Km de distancia. Sin duda, si hubiéramos tenido la oportunidad, hubiéramos ido en avión: te plantas en menos de una hora en la ciudad de Sandakan y te cuesta casi lo mismo que el bus.
Sandakan no es lo que se dice una ciudad especialmente bonita. Para nada. Más allá de sus bares y restaurantes en la costanera (visitables mejor de noche que de día), no hay mucho más que hacer.
Lo bueno de Sandakan es que te puede servir de base para visitar los alrededores. Es en Sepilok, Labuk Bay y Sukau, todos ellos a pocos Km de Sandakan, donde mejor pasar el día viendo muchos animales endémicos de la isla que seguramente nunca antes hayas visto.
SEPILOK
Habíamos leído mucho sobre el Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok. Parecía una visita obligada de la zona, así que estando tan cerca fuimos a ver qué tal.
Cogimos el bus (¡por los pelos!) que salía de la estación de mini buses de Sandakan a las 9:00 para llegar a tiempo al primer «feeding». Tras pagar la entrada de RM30 por persona (sin descuento de estudiante) y dejar nuestras mochilas en una taquilla para prevenir robos de orangutanes, nos adentramos en el pequeño parque camino a la plataforma de «feeding».
En Sepilok se organizan 2 «feedings» al día, uno a las 10:00 y otro a las 15:00. Te dan la oportunidad de ver cómo los orangutanes se aproximan a la plataforma para comrse una generosa cesta llena de comida que les trae alguien del equipo del centro.
Y allí estábamos, eran ya las 10:15 y no se acercaba ni un animalito a la plataforma donde estaba la enorme cesta de comida. Todos estábamos impacientemente expectantes. Pero no hubo suerte, no vino ni un orangután por su propio pie. El único que se acercó a la plataforma fue uno que traían de la mano, algo que nos pareció hasta casi insultante.
EL CENTRO DE REHABILITACIÓN DE SUN BEARS
Así que con algo de decepción decidimos irnos al centro de rehabilitación de Sun Bears, justo al lado del de los orangutanes.
La entrada costaba unos RM31,80 y pensamos «como esto sea como los orangutanes, vamos apañados…». Pero ya que estábamos ahí, no íbamos a perder la única oportunidad (por remota que fuera) de ver a los osos más pequeños del mundo (sun bears).
La experiencia en este caso fue impresionante. Vimos a muchos ositos en sus facetas varias (jugando, cabando, durmiendo…) y a una distancia bastante aceptable. Son osos de lo más peculiar, con garras enormes para trepar rápidamente los árboles, una lengua kilométrica y del tamaño de un perro. ¡Toda una monada!
Al parecer la finalidad del centro es rehabilitar a aquellos Sun Bears que han sido adoptados como mascotas de muy pequeños y posteriormente han sido abandonados.
Fue en el centro de los Sun Bears donde conseguimos también ver un orangután a 2 metros de nosotros. ¡Tenía narices la cosa: ver más orangutanes en el centro de osos que en el centro de los propios orangutanes! Por lo visto era asiduo y todo el staff del centro lo tenía como un integrante más 🙂
SEPILOK (PARTE II)
Después de la fantástica visita al centro de los Sun Bears y puestos a estar ya allí, decidimos darle una segunda oportunidad al centro de rehabilitación de orangutanes.
Tras tragarnos un triste bocadillo de atún que habíamos llevado en nuestras mochilas durante horas y horas, entramos de nuevo en el centro. Pillamos la proyección del vídeo de 30 minutos sobre la labor del centro (bastante interesante) y luego fuimos hacia la «outdoor nursery» para hacer tiempo hasta el segundo «feeding».
La «outdoor nursery», el lugar donde enseñan a los orangutanes en rehabilitación a adaptarse al medio, cambió nuestra percepción del lugar. Habían orangutanes de todos los tamaños. ¡Era hora punta en la nursery y por suerte la habíamos pillado! Nos pasamos como media hora larga viendo como los orangutanes comían, jugaban o simplemente tomaban la fresca. Tuvimos incluso la suerte de ver a un macho alfa que se había acercado des del bosque, algo poco común.
De ahí fuimos a la plataforma de feeding y, pese a que no había tanta animación como en la «nursery», esta vez sí vimos como algún orangután se acercaba por voluntad propia a la plataforma para comer rica verdura y fruta. Tras ellos, todo un ejército de macacos acababa con las sobras. Todo un espectáculo.
Como no sabíamos hasta que hora nos quedaríamos por los centros y queríamos ir tranquilos y no depender de los buses de vuelta a Sandakan, decidimos reservar una noche en un lodge de Sepilok. Un lugar bonito pero demasiado caro para lo que era. La verdad es que no era necesario quedarse a dormir por allí, tuvimos suficiente tiempo para ver todo y aun así haber podido coger el bus de las 16:00 desde la puerta mismo del centro de rehabilitación de orangutanes hacia Sandakan.
LABUK BAY
Al día siguiente decidimos continuar con nuestra visita a «animales exóticos». Pedimos un Uber (¡funciona de maravilla en Malasia!) y en media hora desde Sepilok nos plantamos en Labuk Bay, el centro de protección del Proboscis Monkey, más bien conocido como el Mono Narigudo.
La verdad es que llegar allí está algo complicado ya que obligatoriamente tienes que llegar en coche, ya sea Uber, Taxi (que sale caro) o el Shuttle de Labuk Bay que a las 10:30 sale desde la puerta del centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok. Es ese mismo Shuttle el que te puede llevar por la tarde desde Labuk Bay a Sandakan por RM20 por persona.
Teníamos unas ganas tremendas de ver al mono narigudo. Sólo esperábamos tener suerte y poder verlo en alguno de los dos «feedings» que íbamos a asistir de los 4 que organizaba el centro (2 por la mañana y 2 por la tarde).
En este caso no hubo ningún problema. Los monos narigudos estaban en la plataforma incluso antes que nosotros, esperando su comida impacientemente. Sabían que era hora de comer y eran los primeros en estar allí.
Nos quedamos algo así como encandilados con los monos narigudos: de feos que eran, eran encantadores. El macho alfa del grupo (normalmente aquel mono mejor dotado de nariz) emitía ruidos continuos bien extraños para llamar a su grupo de hembras y bebés. Se sentaba y comía como si de una persona mayor se tratase. De hecho, ¿te parecía estar viendo el puro reflejo de tu abuelito comiendo pipas sentado en un banco!
Y tras el espectáculos de los monos narigudos vino la abalancha de «Silver Tail Monkeys», (otro tipo de monos) más pequeños, nerviosos y cabroncillos que intentaban robar la comida de los narigudos. Esos monos eran como gatos: estaban tan acostumbrados a la presencia humana que podías incluso acariciarlos sin problemas ni enfados.
Fue también en Labuk Bay donde vimos por primera vez el pájaro Hornbill, una belleza de ave de color negro que parece tener doble pico. Un ave presente en varias zonas de Borneo y de gran importancia originariamente para algunas tribus de la isla.
DATOS DE INTERÉS:
– Horarios del centro de rehabilitación de orangutanes de Sepilok: de 8:45 a 16:00 (ver web oficial)
– Horarios del centro de rehabilitación de Sun Bears: de 9:00 a 15:30 (ver web oficial)
– Horarios del centro Labuk Bay: de 9:30 a 16:30 (más información)
RECOMENDACIONES:
-Desde nuestro punto de vista, lo mejor es visitar en un mismo día el centro de orangutanes y el de Sun Bears, y otro día Labuk Bay.
– Si vas justo de presupuesto, lo mejor es pernoctar siempre en Sandakan ya que el acceso a todos estos lugares es sencillo desde la ciudad.
– ¿Dónde alojarse en Sandakan? Sin duda en el Harbourside Backpackers, el mejor hostel para mochileros en el que habíamos estado en nuestros 8 meses de viaje.
– En todos los centros hay cafeterías donde poder comer y tomar algo pero no son muy económicas que digamos… Mejor llevarte algo, ¡aunque sea un triste bocadillo de atún!